lunes, 4 de junio de 2012

Sólo quien conmigo va sabe.


Nueva cuerda para mis textos.
Letras nuevas en pensamiento.
Escritos.
Versos.

Abro un nuevo libro.

En el tiempo.

Pasamos por esta vida.
Tomamos rumbos distintos.
Vivimos encuentros fortuitos que pasan a ser definitivos.
Todo está en lo casual.
En lo fugaz de nuestro estar.

Tantos pasos por dar.
Nuevos por caminar.

La vida se nos va.

¿Habrá otra oportunidad?

Si no la hubiere, ¿qué perdemos con jugar?

Arriesguemos y tomemos decisiones.

Hagamos posibilidad.


Un paisaje nuevo se dibuja.
En él paseas bajo la lluvia.
Te moja.
Sientes el cuerpo vital.
Renaces.
Engarzas las ganas de continuar.

Te paras y miras.

Azules que vienen a tu encuentro desde el mar.

Cuando tanto amaste y no tocaste, perdiste el momento de tener el viaje eterno.

Encuentros.

Viniste y no me diste la piel y la carne en que pudiera solazarme.

No tuviste confianza en ti o no la tuviste en mí.

El caso es que te fuiste y nunca sabré si hubiera sido posible encontrarse en los cuerpos.

Estuve a tu lado porque te amaba.
Sólo permanezco con quien me tira de dentro.

Para vivir, mi alma me basta.

Para morir, voy de una a otra morada.

A veces tengo la sensación de haber vivido eternamente.
Otras, siento el vacío y acritud de no saberme sentida.
Subo y bajo en esa noria.
Todo me influye y toca.
Frágil, padezco el vaivén del desconcierto.
No lo represento.
Aprendí a mudar y ocultar flaquezas.
Era demasiado vulnerable si las dejaba al aire.

Sólo quien conmigo va sabe.


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